jueves, 16 de mayo de 2013

Trifulca interior


Dirijo la vida hacia mi objetivo deseado, la Felicidad.
En un principio no supones mucha dificultad para alcanzarlo, pues
piensas en un móvil nuevo, un coche, viajar...
Pero el  concepto va cambiado según la madurez de los días...
 
Felicidad, una simple palabra que veo cada vez más carente, insignificante e inalcanzable.

Esta compleja palabra empieza a abarcar a amigos, familiares, mascotas, toda esa
sociedad que te importa, que tienen un hueco permanente en tu corazón y por los que
moverías cielo y tierra para ayudarlos, protegerlos o cualquier  necesidad que requiriesen.

Era fácil controlar el equilibrio cuando se hablaba de simples materialismos o cuando
pensabas únicamente en tí, en tus retos, tus sentimientos, tus intereses..

El problema aparece cuando te empieza a afectar aquello que no puedes controlar. 
No depende de tí sus actitudes, si no de otras personas, o bien, 
de aquellos sucesos que te hacen vulnerable, que te consumen por dentro sin poder remediarlo.

Los pequeños actos son los que te dan el aliento, pero es mayor el sufrimiento cuando
te vuelven a dejar sin aire.

Es lo que aprendes decepción tras decepción

¿Sufrir? ¿Luchar? ¿Rendirse?

Subyugarme sería lo menos doloroso, pero no me gustan las derrotas.
Deberé luchar, contra tí, sí, Vida, tú eres mi enemigo, no me apoyas, ni me ayudas. Todo lo contrario, me complicas día a día la existencia desde los actos ajenos.
Serás el que vea mi final, pero creas que caeré de rodillas y cabizbaja.

Quizás el objetivo indicado no sea la Felicidad, 
tampoco disfrutar de la Vida porque no puedo disfrutar de mis enemigos, 
los que me proporcionan más daño que beneficio..
Quizás lo que deba hacer es luchar.
¡sí, eso haré!

Sé que no ganaré la guerra, pero conmigo perderás muchas batallas. 



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