sábado, 30 de marzo de 2013

Medito.

Qué hacer cuando quieres esperar a que llegue la hora, el indicado, pero... a su vez, estás cansada de esperar en la estación a que pare el tren.

Quieres salir, correr, buscar algo, aunque no sepas realmente cuál quieres o racionalmente, cuál te conviene.

Pasa un tren tras otro, y tras otro, todos ellos similares; con sus sonrisas eternas, sus sueños aparentemente alcanzables, cada cual con promesas mejores.

Meditas.

Llegas a la conclusión de que has estado toda la vida con esa imagen en mente, esa situación de perfección realmente inexistente.

Te sientes desubicada, perdida, engañada, envuelta en un mar de dudas, día tras día, una agonía constante.

Debes abrir los ojos y volver a la realidad de nuevo.

Parece que navegar por esas aguas revueltas ha hecho cambiar la percepción de esta estación.

Veo los vagones llenos como siempre, pero no hay ni rastro de Cupido, mi mente por fín ha despertado.

Desde luego, no voy a echarle de menos.

...es hora de vivir.

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