Como Reyes Magos que
somos, os queremos dar un detalle con gozo, y ya que Melchor está revoltoso y
Baltasar es algo perezoso, me toca a mí rescribir este esbozo de una carta que
en una botella que nos llegó, dirigida a vosotros:
Todo
empezó en un barco grandioso, dirigido por el capitán Antonio (abuelito, para
nosotros). Él nos salvó de tempestades y ahogamientos, gracias a todos sus
conocimientos; a izar las velas si hay fuerte viento, a mirar más allá con un
catalejo.
Nos indicaba muy decidido por dónde era el camino, mas lo seguíamos sin recrimino y siempre encontrábamos nuestro destino.
Nos indicaba muy decidido por dónde era el camino, mas lo seguíamos sin recrimino y siempre encontrábamos nuestro destino.
Una
noche nos confesó a qué se debía su orientación, la llamaba Marisa y era su
pitonisa, su guía (para nosotros, la abuelita). Se trataba de una estrella que
brillaba por su pureza, por mantener la calma con destreza, por hacernos evitar
la marea y estar siempre alerta y sin agachar la cabeza.
Los
dos juntos formaban el mejor equipo para
una embarcación, por un lado uno en el timón y por el otro señalando la
dirección.
Tenemos
suerte de poder formar parte de este navío. Han habido muchos desafíos en los
cuales nos han enseñado a seguir unidos, a mantener la calma y nunca rendirnos.
Tiraremos
esta nota al mar, a ver si hay suerte y alguien se la pueda hacer llegar.
Finalmente y con cariño,
los
tripulantes del navío.
Tras la carta que os he remitido, podéis abrir los dos
paquetitos:
El primero para el capitán astuto y sagaz, con su pájaro cual
guardián
Y el segundo para la
estrella jocosa y afable, y por supuesto, la más radiante
Gaspar
Gaspar