Subida al escenario me dispongo a arrancar,
abrocha el cinturón porque no voy a parar.
Hoy vengo aquí a mi historia contar,
soy una ama de casa normalita y singular.
Un día pensativa dije “no puedo más”,
este talento innato no se puede abandonar así que,
ya decidida, me dispuse a cambiar.
Empecé en este mundo sin peluca y sin disfraz,
cantando y actuando por la calle de la paz.
Recibí muchas llamadas, un tal “Escala” de Milán,
pero, lo rechacé porque me pillaba mal.
Entonces encontré un sitio fenomenal
y sabía que con el tiempo me iba a enamorar.
Es el sitio perfecto donde poder triunfar,
o por lo menos entre nosotras, podernos mofar.
Es el centro jubilados del querido Alfafar,
con las compis y la dire nada puede fallar.
Ensayamos y ensayamos para perfeccionar
las zarzuelas, las canciones y el teatrillo contar.
Ya conocéis a Marisa la rapera, la que sabe improvisar,
lo mismo te cuenta un cuento que te enseña a cocinar:
“mete una morcilla, un chorizo y un jamón,
di las palabras mágicas saldrá un chuletón.
Por mucho que os guste verme en este Rin,
os tengo que confesar que la historia tiene fin.
Y, haciendo alusión a quien me hacía reir,
os digo a todos vosotros que gracias por venir.
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